Por José Núñez.
La transferencia es lo que se le aporta, se le da o se le facilita al que usted le interesa favorecer con algún bien, el cual puede ser en especie o a través de un documento, lo que puede hacerse de forma directa o indirectamente.
Ahora bien, transferir popularidad de una persona a otra, en este caso, de un líder político para otra persona que también es político, que puede tener mucho o poco liderazgo, es una tarea algo complicada, donde el consenso es que, no se puede pasar, dar o donar, lo que se tiene de popular, al que él decida.
Entregarle o transferirle la popularidad de una persona a otra, contra viento y marea, o sin éstos dos fenómenos incluso, es una forma que aún el hombre, el marketing político no ha tenido la capacidad de descifrar.
Es que simpatizarle a otro, caerle bien, que ten den apoyo, y hasta convertirte en un líder político, es algo que está muy por encima de que el poseedor de esa popularidad, aún tenga el interés, no tiene ni va a tener el poder de traspasársela a otro en una que otra coyuntura del devenir histórico.
Lo dicho anteriormente, no quiere decir que generalmente no sea muy favorable o beneficioso que el presidente de un país te apoye y hasta que pueda expandir las bondades de su pupilo, porque, es que es determinante el apoyo desde el Poder en los países subdesarrollados para inclinar la balanza a favor de un precandidato a un puesto electivo.
De ahí, que es importantísimo el apoyo del presidente para un precandidato, pero ojo, eso no significa para nada, que si el gobernante de turno es muy popular, con solo expresar su interés hacia otra persona o darle su apoyo, va a lograr izo facto, mover sus simpatías hacia el que el mandatario escogió como su heredero político o «delfín».
Se heredan los reinados, los bienes de una persona y hasta las deudas, los que también esa misma persona puede transferir a otro u otros por diferentes vías o formas, pero si el individuo es popular, si tiene empatía con la gente, si lo quieren y lo valoran mucho, es algo exclusivo de él y para él con su gente.
Es impensable, que independientemente de lo favorable que pueda ser, que un gobernante con buenas valoraciones y popularidad le dé su apoyo a un precandidato, también las pueda transferir (las valoraciones y su popularidad) a un segundo o a un tercero.
Y si es para asunto político electoral, ha quedado evidenciado, que es aún más improbable que usted pueda transferir su liderazgo y popularidad a quien usted más le interese, eso no se da ni se ha dado así nunca, y todo indica, que es una ley sociopolítica; «la popularidad ni el liderazgo se transfieren», no dependen de una actitud exclusiva para beneficiar al delfín.
Ya se sabe que «son los pueblos los que escogen sus líderes», nada ni nadie se los puede imponer.
En este escenario, frente a esa disyuntiva, se encuentran siete precandidatos meritorios del Partido de la Liberación Dominicana, donde son todos políticos de carrera, y que pueden mostrar una hoja de servicios institucionales a favor de su organización, exceptuando a uno de ellos; ese se va a delatar, ya que su única opción de poder crecer en su popularidad, es derrochando la plata, porque sería impensable imaginarnos que es despertando pasiones.
Es que no está en discusión, el apoyo de un mandatario es fundamental, pero para servirle de apalancamiento a un aspirante, pero nunca para transferirle toda su valoración positiva y la popularidad a un pupilo o uno escogido como el delfín.
Se puede desde el poder, utilizando los recursos públicos, doblegar simpatías electorales y hasta cambiar el rumbo de un interés mayoritario de la población por un aspirante, pero eso se puede dar, siempre y cuando la competencia esté relativamente cerrada, porque si la misma es abismal, entonces, se le quita puntuación al preferido, pero casi nuca se evita la derrota o el triunfo del escogido por su pueblo.
Definitivamente, si usted quiere ser un precandidato popular a la presidencia de la República, puede buscar el soporte del que está dirigiendo bien el país, tal cual pasa hoy con Danilo Medina, pero nunca te fíes de que por su apoyo usted ni nadie será el preferido por su pueblo.